**Spoiler alert: se viene un post largo. Hacete un té y ponete cómodo.**
La primera vez que conocí a un nómada digital fue en la sala común de un hostel de Panamá City en el 2008. Yo recién llegaba de una caminata por el centro histórico y él estaba sentado frente a su laptop. Como suele pasar en los hostels, nos hicimos las preguntas típicas: de dónde sos, dónde estuviste, a dónde vas después, a qué te dedicás. No recuerdo su nombre, solo que era canadiense y que se presentó como periodista de viajes. Me contó que viajaba por el mundo hacía cuatro años y se financiaba vendiendo artículos a revistas y guías de viajes. “Voy a un lugar, busco una historia y le propongo la nota a varias revistas que encuentro por internet o con las que ya tengo contacto. Muchas veces no me responden, pero casi siempre hay alguna a la que le interesa comprar mi artículo. Con eso genero el dinero suficiente para poder seguir viajando y a veces hasta gano extra”.
Me quedé con la boca abierta. Me impresionó tanto que, un rato después, anoté todo el diálogo en mi cuaderno para no olvidarme nunca. No podía creer que fuera posible. Yo había salido unos meses antes de Buenos Aires con el objetivo de vivir así, de financiar mis viajes a través de la escritura, pero no conocía (al menos no personalmente) a nadie que lo hubiese logrado. El término “nómada digital” ni existía (o al menos no se conocía demasiado), había pocos blogs y esta idea de trabajar por internet era algo bastante nuevo. Él nunca lo supo, pero así como la chica boliviana del tren me inspiró a viajar en búsqueda de más experiencias de hospitalidad, el canadiense me demostró que era posible viajar y trabajar a distancia.
Hace unos meses, en un espacio de coworking de Bali, compartí mesa de trabajo con un brasilero y, en algún descanso, nos pusimos a charlar. Fue como en el hostel: de dónde sos, dónde viviste antes, dónde vas a vivir después, a qué te dedicás. “Soy nómada”, me dijo, y me lo tomé con total naturalidad. Me habló de asistentes virtuales, de las apps que usaba para trabajar, de las webs de economía colaborativa con las que se maneja, de sus negocios online.
Pasaron menos de diez años desde el encuentro en el hostel panameño y las cosas cambiaron mucho: hoy hay cada vez más gente que decide combinar un estilo de vida nómada con un trabajo a distancia o un negocio en internet. Durante estos nueve años conocí a muchos viajeros que viven así, y yo, en algún momento y sin darme cuenta, también muté de mochilera a nómada digital. Y como últimamente muchos de ustedes me escriben pidiéndome consejos para ser nómadas digitales, decidí hacer este post basado en las cosas que aprendí durante estos años de viajar lento y con mi oficina a cuestas. Ojalá les sirva. Ya saben que pueden dejar sus preguntas, consejos y experiencias en los comentarios. Y, no sé si hace falta aclararlo, pero todo esto está basado en mi experiencia y probablemente no sea igual para todo el mundo. Este es el primer post de una serie, así que dejo algunas cuestiones más prácticas para los próximos.
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10 consejos para futuros nómadas digitales:
1) Ser nómada digital es un estilo de vida, no una profesión (y no es necesario ser blogger de viajes para vivir así)
Un nómada digital es una persona que puede hacer su trabajo desde cualquier lugar del mundo a través de internet (por eso lo de “digital”) y que elige cambiar de locación cada cierta cantidad de tiempo. Muchos creen que para ser nómada digital hay que ser blogger de viajes o que esa es la única manera de financiarse una vida en movimiento. Entiendo la confusión: los bloggers somos la cara visible y es lógico que a veces parezca que somos los únicos que vivimos así. Pero no, la movida es mucho más grande y hasta me animaría a decir que los bloggers de viaje no somos mayoría. Ser blogger, además, siempre tiene una profesión o pasión por detrás que sostiene al blog y le da su razón de ser: la escritura, la fotografía, los videos, el dibujo. En mi caso tengo este blog porque amo escribir, pero mis ingresos provienen de la venta de mis libros, de mis conferencias y de mis trabajos de generación de contenido, no del blog en sí (al menos no de manera directa).
Hay muchos trabajos que se pueden hacer a distancia: programación, diseño web/gráfico/editorial, desarrollo de apps, consultoría, auditorías, asistencia virtual, clases online, fotografía, video, edición y corrección literaria/periodística, traducción, coaching, ilustración, venta online, atención al cliente, periodismo, escritura. Es cierto que no todas las profesiones se pueden ejercer a distancia (por ahora), pero el campo de posibilidades es cada vez más amplio. El primer paso para definir tu futuro como nómada digital es preguntarte qué te gusta hacer y cómo podés combinar eso con el movimiento (en el post “Reflexiones acerca de vivir viajando o ¿Cómo puedo financiarme en el camino?” hablo en más profundidad acerca de eso). Y el segundo paso es empezar a buscar gente que ya lo haga (preguntar, googlear y leer a más no poder) y aprender de su ejemplo. Por eso, no creas que para poder trabajar a distancia tendrás que abrirte un blog y dedicarte a eso (a menos que quieras, y en ese caso te dejo estos 10 consejos).
2) Tendrás que acostumbrarte a viajar mucho más lento (y enamorarte del concepto de slow travel)
En general cuando nos miran de afuera le prestan más atención al término “nómada” que a “digital”, como si lo de digital solo significara que llevamos una computadora en la mochila y la abrimos para chequear mails cuando nos aburrimos de abanicarnos con hojas de palmera o de ver otra maravilla del mundo. Yo me siento 25% nómada y 75% digital porque trabajo mucho más de lo que me muevo. Mi viaje, ahora, consiste en vivir en distintos lugares y en conocerlos desde mis rutinas cotidianas. Antes recorría un país en un mes, ahora prefiero quedarme tres meses en una misma ciudad o pueblo, pero llegué a este punto después de muchos años de moverme a distintas velocidades y de por fin darme cuenta de cuál era la ideal para mí.
En mi opinión (y según la experiencia de otros nómadas digitales que conocí en el camino), si querés trabajar a distancia mientras viajás vas a tener que moverte con mucha más lentitud que en un viaje “tradicional”. A mí me resulta muy difícil sentarme a trabajar si cambio de lugar cada dos o tres días y si tengo que estar readaptándome y reinstalándome (física y mentalmente) cada semana. Puedo escribir posts y artículos aunque me esté moviendo con frecuencia, pero me es imposible meterme en un proyecto más grande —como escribir un libro— si tengo que estar pensando a qué hora sale el próximo tren, dónde voy a dormir o si voy a tener una mesa en la que poder trabajar. Por eso, creo que tendrás que olvidarte de la idea de recorrer tres países en un mes (a menos que te tomes vacaciones) y enamorarte del slow travel.
En el post “Mis 9 años de viajera” reflexiono bastante acerca de este tema y en “Prácticas de slow travel en Kujukuri” hablo acerca de una de mis maneras preferidas de viajar.
3) Elegí el destino en el que vas a vivir según tus intereses
Una de las cosas que más me gusta de ser nómada digital es que puedo elegir dónde vivir y desde dónde trabajar. Ese, para mí, es el mayor premio de este estilo de vida: la libertad de ubicación. Por ahora puedo decir que viví en Indonesia, Francia y Argentina, y ya tengo una lista de lugares en los que me gustaría instalarme al menos una temporada. En mi caso, las condiciones para elegir un lugar es que tenga mar (o pileta de natación), librería (en lo posible una papelería también), cafés, algún centro cultural y, si se puede, un espacio de coworking. En Biarritz, donde viví casi un año, conocimos a una pareja de argentinos que también trabaja a distancia: ella es diseñadora y él hace trabajos de marketing y desarrollo de apps y suelen quedarse de tres a seis meses en un mismo lugar. Además son surfers y siempre eligen el próximo destino en el que se van a instalar en función del surf, es decir que para que un lugar quede entre sus elegidos tiene que tener buenas olas.
Mi consejo es que elijas el lugar para hacer base según tus intereses. Hay quien elige Bali por el surf y quien lo elige por el yoga, hay quien hace “la ruta de los coworkings” y va a ciudades donde solo tiene oficinas compartidas y hay quien busca una movida cultural interesante. Si te gusta nadar, podés buscar algo cerca de la costa, si te gusta hacer trekking, un lugar metido en la naturaleza. Queda en cada uno investigar. Eso sí, hay dos factores más que hay que tener en cuenta antes de hacer la elección final:
* La conexión y acceso a internet (dependiendo del trabajo que hagas, tiene que ser muy buena o excelente, sino puede ser muy frustrante)
* Las visas y tiempos de estadía. Hay países en los que podés quedarte tres meses pero podés salir y volver a entrar de manera casi indefinida, hay países en los que solo podés quedarte tres meses en un período de seis meses, hay países en los que podés quedarte menos y hay países que ofrecen visas para freelancers (sé que en Berlín hay algo así) o working holiday visas. Toda la info que tengo al respecto la puse en este post: “Cuestiones pre-viaje: visas, pasaporte, pasajes de salida, tiempo de estadía y algunos consejos prácticos“. Lo mejor es que te asesores en la embajada del país correspondiente.
(Y como tercer factor, el costo de vida del país seguramente afectará tu decisión. Por algo muchos eligen quedarse en Tailandia, Indonesia u otros países del Sudeste Asiático, donde la vida es barata).
4) Aprovechá las webs de economía colaborativa para solucionar aspectos prácticos de tu estadía, como buscar casa.
¿Cómo hago para buscar alquiler en una ciudad en la que no conozco a nadie? ¿Cómo hago para conocer gente con mis intereses? ¿Cómo me entero de las actividades culturales del lugar? Cuando recién llegás al lugar en el que querés instalarte por un tiempo, lo mejor es recurrir a las webs de economía colaborativa (en este post explico qué son y doy una lista de varias que pueden servirte). Para buscar alquiler, lo mejor suele ser quedarte los primeros tres o cuatro días en un hostel o Airbnb y salir a recorrer el lugar para preguntar (o, lo ideal, conseguir housesitting y olvidarte del alojamiento). A veces hay dueños de Airbnb que están dispuestos a alquilarte su departamento por varios meses por una tarifa mucho más baja que la diaria, así que es cuestión de hablar. Meetup.com es una buena web para conocer gente con tus mismos intereses y los foros de Couchsurfing.com son buenos lugares para encontrar actividades y poder conocer gente (tanto locales como expatriados).
5) Tendrás que generar tus rutinas de trabajo y aprender a ser organizado y productivo (porque nadie lo hará por vos)
Una de las cosas que más me enamoró de vivir viajando fue no tener rutinas, que cada día fuese distinto, que no existiese un límite claro entre vivir, viajar y escribir. Pero a medida que fui “profesionalizando” el viaje, por así decirlo, me di cuenta de que sin rutinas me costaba mucho ponerme a trabajar (la inspiración me llega, el 99% de las veces, cuando ya estoy sentada frente a la compu y no al revés) y que al no tener límites claros entre horas de trabajo y horas de descanso no le estaba dedicado a cada momento el tiempo que correspondía (en el post “El Monte Fuji en mi ventana” reflexiono acerca de esto). Creo que tuve el quiebre en Bali, cuando me hice socia de un espacio de coworking y pude diferenciar de manera “física” mi espacio de trabajo de mi espacio de descanso. Ahora trato de tener horarios más claros, de separar casa de oficina y de tomarme días (o al menos horas) de descanso, cosa que durante muchos años no hice.
Dicho esto, al ser nómada digital lo más probable es que seas tu propio jefe, que trabajes freelance para distintos clientes o que manejes tu propio negocio, es decir que no vas a tener cronogramas estrictos ni horarios fijos ni nadie que te recuerde que tenés que trabajar. Por eso, tendrás que aprender a ser organizado y productivo. No te preocupes, hay muchas herramientas que te van a ayudar en esto. Si bien tengo pensado hacer un post al respecto en el futuro, estas son algunas de las que uso y me sirven:
* Asana (para organizar listas de tareas por proyecto y compartirlas con otros miembros de tu equipo)
* Wunderlist (también es una app de listas de tareas, aunque cuando descubrí Asana dejé de usarla)
* Slack (no la probé pero L la usa mucho para trabajar a distancia en equipo en sus proyectos de programación)
* Mi agenda y mi cuaderno (mi mejor herramienta de productividad es mi cuaderno)
* Bullet journal (“el sistema analógico para la era digital”)
* Quaderno (buena herramienta para hacer cobros y manejar la contabilidad)
* Skillshare tiene varios cursos de productividad (si se suscriben a través del blog tienen 3 meses por $0.99)
6) Una vez que te instales buscá espacios compartidos y formá tu comunidad (virtual y real). En otras palabras: no dejes de socializar.
Tener una comunidad me parece fundamental y necesario en muchos sentidos. Si bien está bueno conocer gente nueva todo el tiempo, también está bueno poder generar vínculos que no se desvanezcan cuando te subís al avión o cambiás de lugar. Vero Gatti (mi amiga e ilustradora de mis libros) me dijo: “No se puede crecer solo” y creo que es cierto tanto en lo laboral como en lo emocional. Tener un grupo de gente con quien puedas compartir tiempo y actividades en el lugar en el que te quedás a vivir es tan importante como tener un equipo de trabajo.
En algunos lugares del mundo (como Bali o Chiang Mai) es más fácil sentirse parte de una comunidad porque cada vez hay más nómadas digitales que se quedan a vivir ahí y a quienes podés conocer fácilmente en cualquier espacio de coworking. En otras partes del mundo es más difícil. Yo llegué a Biarritz sin conocer a nadie (y sin la idea de quedarme a vivir) y gracias a Couchsurfing conocí a L y a un montón de nómadas (en su mayor parte “analógicos”) que habían llegado desde distintas partes del mundo para trabajar ahí durante la temporada. Cuando nos quedamos a vivir, la mayoría se fue pero los que trabajaban a distancia se quedaron y fue lindo tener un grupo con quien juntarse a cenar y charlar. Otra buena opción para conocer gente en el lugar es tomar clases de algo que te interese: cocina, idiomas, dibujo. Aprender el idioma local es una muy buena opción para conocer tanto locales como extranjeros.
Y en cuanto a la comunidad virtual, depende un poco del trabajo que hagas y del ambiente en que te muevas, pero siempre es bueno conectarse con gente que se dedica a lo mismo y con quien podés compartir conocimientos y, quien sabe, hacer proyectos en conjunto. Hoy en día es más que posible formar equipos de trabajo a distancia y colaborar en proyectos desde distintas partes del mundo.
7) No dejes de invertir en tus herramientas de trabajo y en tu formación (aprovechá que hoy se puede seguir estudiando a distancia)
En este caso es difícil dar consejos específicos porque ser nómada digital no es una profesión sino un modo de vivir la profesión, entonces lo que se aplica a uno no se aplica a todos. Pero hay algo que me parece fundamental en cualquier profesión y que es necesario para crecer: invertir tiempo y dinero.
* Invertí en tu negocio: si tenés un sitio de ecommerce, por ejemplo, invertí en un buen hosting, en un diseño profesional, en una buena atención al cliente, en asesoramiento de marketing, en fotos de producto, en asistentes virtuales, en todo lo que te pueda ayudar a mejorar. En mi experiencia, lo barato siempre termina saliendo caro.
* Invertí en tus herramientas: me llevó tiempo armar mi kit de herramientas y seguramente lo seguiré cambiando según mis necesidades, pero ahora mismo trabajo con:
- una MacBook Air de 11’’ (es chiquita, no pesa nada y hasta ahora nunca me falló. La tengo desde 2014).
- libretas Moleskine para documentar mis viajes en papel (pasé por muchísimas marcas y a veces uso otras, pero en general me quedo con las Moleskine)
- una cámara Fujifilm X100T (tuve réflex y en este último viaje decidí dejarla en casa porque me pesaba demasiado, esta Fujifilm es mucho más chica y liviana, así que la llevo siempre encima y ni me entero)
- un disco duro externo Seagate de 1TB para hacer backups (lo tengo desde 2013 y tampoco me falló todavía)
- También tengo herramientas online que pago mes a mes y que también son fundamentales para hacer mi trabajo (y también me llevó tiempo encontrar las que más se adecuaban a mis necesidades): mi hosting, Dropbox, mi herramienta de envío de newsletters, wordpress, GSuite.
* Invertí en tu formación: una de las cosas que no me gustaba de la idea de vivir viajando era sentir que no iba a poder estudiar más. Seré nerd pero soy muy fan de estudiar y aprender, si pudiera me la pasaría cursando carreras universitarias y haciendo talleres de todo lo que me interesa. Por suerte en estos últimos años surgieron un montón de plataformas de educación a distancia con las que puedo seguir aprendiendo (y con los mejores profesores): Skillshare y CreativeBug son las que uso, pero hay muchas (y cada vez habrá más).
8) Vivir en movimiento puede traerte conflictos internos que no tendrías estando quieto. Es normal, solo tendrás que aprender a gestionarlos.
Hace unos meses asistí a una charla llamada “Salud mental para nómadas digitales”. Fui con muchas expectativas porque me parece un tema muy interesante y poco tratado y salí con la impresión de que fue todo muy técnico, muy poco bajado a la realidad y que faltó abrirse mucho más. Me dieron ganas de agarrar el micrófono y decir algo como: “Ok, muy linda la definición de manual de la depresión, pero ¿quién acá se sintió deprimido mientras viajaba? ¿A quién le cuestan las despedidas? ¿Quién siente que cada adaptación a un lugar es también una readaptación emocional? ¿Quién se siente homeless y sueña con un hogar, pero a la vez no quiere dejar de viajar? ¿Quién siente que tiene dos “yos” que tal vez nunca puedan convivir? ¿Quién siente que vivir en movimiento trae problemas o mambos o cuestiones que no pasan cuando estamos quietos?”. Pero claro, ese miedo que tengo de que nadie levante la mano me frenó. Algún día daré esa charla (o escribiré ese post).
Yo sí pienso que vivir de esta manera trae ciertos conflictos emocionales que de otra manera no aparecerían. Despedirse constantemente de la gente no es fácil (por etapas me vuelvo reacia a querer conocer gente nueva, por el solo hecho de que si me encariño sufriré cuando me despida), estar viviendo del otro lado del mundo y que se muera un amigo o familiar hace que el duelo sea más difícil de procesar (a mí me costó no “estar” físicamente en el mismo lugar cuando ocurrieron esas muertes), viajar en pareja trae discusiones que probablemente no existirían al estar quietos (hay que tomar decisiones conjuntas en ambientes nuevos y desconocidos, muchas veces en medio del shock cultural y climático y con cansancio, y todo eso puede ser un combo explosivo), la distancia hace que algunas amistades se reafirmen y que otras se terminen. Hablé bastante acerca de esto en mi post “El síndrome de París y el lado oscuro de los viajes” y en mi libro “El síndrome de París” y me parece que es un tema que se debería discutir más.
Por todo esto, creo que como nómadas digitales es muy necesario que cuidemos nuestra salud, tanto física como mental, de la manera que más le sirva a cada uno: hacer ejercicio, caminar, nadar, escalar, hacer yoga, meditación, terapia (hoy en día muchos atienden por Skype), coaching, lo que sea.
9) Si empezás a hacer un trabajo a distancia y no ves resultados inmediatos, no abandones antes de tiempo: recordá que el crecimiento es un proceso lento
A veces me llegan mails que dicen: “Quiero ser como vos, ¿cómo hago?” o “Quiero vivir de la escritura, dame tips”, “Quiero tener un blog exitoso, ¿cuál es el camino a seguir?”. En general esperan una respuesta corta con un plan de acción concreto (“A + B = blog exitoso”) y tal vez se desilusionan cuando les digo que no tengo la respuesta… pero es que no la tengo. Cada cual está en su propio camino y yo solo puedo compartir mi experiencia y sugerir según mi aprendizaje.
En mi caso, tuve cinco blogs antes de tener Viajando por ahí (ninguno con fin profesional, porque en esa época ni me lo planteaba), pasé casi dos años mandando propuestas de artículos a revistas hasta que logré publicar algo, tardé tres años en generar ingresos estables a través de mi blog (y ni siquiera fue de manera directa, sino a través de la venta de mis libros), tengo escritos 42 cuadernos y “solo” saqué dos libros de todo eso y me llevó unos cinco años ser cien por ciento location independent. Mientras tanto, cuando todavía no lograba generar ingresos estables, me la fui arreglando como pude: viajaba con muy poco presupuesto, hacía trabajos esporádicos (artículos, generación de contenido), hacía muchos canjes, dejaba de hacer muchas cosas (porque eran caras) y tenía varios trabajos a medio tiempo a la vez. Conclusión: lleva tiempo pero se puede. Cualquier negocio, blog, profesión lleva tiempo en desarrollarse y en volverse sostenible, pero si abandonás antes de tiempo por falta de resultados nunca sabrás si era posible.
10) Desconectate de vez en cuando. Tomate descansos y vacaciones.
Step away from the screen.
I repeat.
Si te vas a quedar con un solo consejo, que sea este: no te olvides de desconectarte. Ser nómada digital quiere decir que vas a pasar horas y horas por día frente a la computadora y que probablemente trabajes más de lo que pensabas, sobre todo al principio. Por eso es muy importante que te pongas límites, que definas tus horas y/o espacios de trabajo y que no te olvides de conectarte con el lugar en el que estás viviendo (recordá que por algo estás ahí). Así que usá tu tiempo libre para hacer cosas sin tecnología de por medio, salí a caminar, andá a correr, juntate a cocinar, disfrutá de la naturaleza, explorá el entorno y tomate vacaciones de vez en cuando. Tengo unos amigos que un mes al año se van de viaje de viaje sin computadoras. Con L queremos hacer lo mismo, próximamente.
Nunca te olvides de que elegiste este estilo de vida para tener libertad y también para conocer lugares nuevos y experimentar otras culturas. Así que dejá el teléfono, alejate de la pantalla y volvé a ser nómada analógico al menos un rato cada día.
(Artículo de prueba) Texto tomado de viajandoporahi.
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